¿POR QUÉ MUCHAS VECES FRACASA LA ADOPCIÓN?

Hay dos necesidades primarias que empujan a una pareja a tener hijos. Una de ellas viene de la presión genética. Aunque la condición humana envuelva la procreación con los colores del amor y el deseo, por debajo está la presión de los genes. La otra necesidad, en parte derivada de la anterior, es más compleja, y se vive de distinto modo por hombres y mujeres: se trata del completamiento de nuestro Yo mediante la paternidad, o sea, mediante la creación de un ser que es sangre de nuestra sangre. Tal vez la adopción no satisface ninguna de esas dos necesidades primarias de los padres.

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Del lado del hijo adoptivo, sus necesidades son las de todo niño: amor, cuidados, seguridad y una historia familiar coherente y sin lagunas. Esto último es lo que los padres adoptivos no pueden ofrecerle. No me refiero al relato sincero y generoso de lo que ocurrió realmente, que incluiría la dolorosa paradoja que yo, tu padre, no soy tu padre. Me refiero a la historia familiar que sin darnos cuenta se construye con el hijo biológico a base de infinitos comentarios que lo incluyen, de pequeños recuerdos sobre su nacimiento y primeros días, de lo que dijo tía Pepa sobre él, etc., etc., que se entretejen en el recuerdo y construyen una compleja trama por la cual el niño siente sin pensarlo que es hijo de sus padres.

Pero no es una historia racional. La historia que el hijo biológico registra en su mente está hecha de innumerables gestos, contactos y palabras que le llegan envueltos en todo tipo de afectos. Sí, incluso hostiles, porque aún en la mejor de las relaciones padre-madre-hijo, el niño es también destinatario de sentimientos hostiles. Es una hostilidad que asimila bien, porque el vínculo genético y emocional que le une a los padres es indudable. La obviedad del vínculo paterno/filial funciona entonces como un escudo protector contra los afectos destructivos, los del niño y los de los padres. Lamentablemente, esa obviedad del vínculo parental no es fácil de conseguir con el hijo adoptivo. Es un vínculo que está bajo sospecha, y que entonces no cumple su función protectora.

En muchos casos de adopción, entonces, ni padres ni hijos adoptivos encuentran suficiente satisfacción a necesidades fundamentales. Y muchas veces eso desemboca en la frustración de todos los actores del drama. Por doloroso que sea, no deberíamos conformarnos con la idea de que se trata de una injusticia de la vida. Algo más tendremos que hacer ante el hecho de que la reunión de una pareja que no puede tener hijos, con un niño que no puede tener padres, presente con frecuencia tantas dificultades. Sobran motivos, entonces, para que los psicoanalistas ampliemos la comprensión del fenómeno, y hasta propongamos alternativas a la adopción.

 

Raúl Fernández Vilanova

www.fernandezvilanova.com

¿CÓMO AFECTA PSÍQUICAMENTE LA CRISIS ECONÓMICA?

En los seres humanos se produce una constante interacción entre la realidad que rodea al individuo, que denominamos realidad externa, y su mundo interno de deseos, fantasías, emociones, ideas y afectos, que llamamos realidad interna. El Psicoanálisis además distingue en el mundo interno un área consciente, que de hecho es la parte más pequeña, y un gran área inconsciente.

También se podría decir que la realidad interna es la forma subjetiva que cada individuo tiene de percibir y vivenciar la realidad externa. Por eso, como cualquiera puede constatar, cada persona reacciona emocionalmente de una forma diferente ante un mismo hecho de la realidad externa. En este vivenciar subjetivo, el área inconsciente del psiquismo tiene una influencia importantísima.

La profunda crisis económica que afecta a la sociedad en esta época, puede producir sentimientos de angustia debido al desamparo económico o la amenaza de sufrirlo. Pero cada individuo lo vivenciará, no sólo en función de cómo le afecta de manera directa la realidad externa (p. ejem. disminución de ingresos o pérdida del puesto de trabajo), sino también en función de cómo experimentó y superó, o no, experiencias anteriores de desamparo, sobre todo en su infancia, que se encuentran inscritas en la parte inconsciente de la mente.

Cada persona puede reaccionar con diversos grados y cualidades de angustia, que puede ser de carácter persecutorio o depresivo. En el primer caso, predominan los sentimientos de odiar o ser odiado por alguien o algo; en el segundo caso, la angustia aparece junto a sentimientos depresivos como la tristeza y la autodesvalorización, actitudes como la pasividad, la desmotivación y el derrotismo, e incluso afecciones somáticas.

Contra esas ansiedades se pueden poner inconscientemente en marcha distintos mecanismos de defensa, que pueden resultar empobrecedores, e incluso destructivos para uno mismo y para los demás en unos casos, pero también pueden ser adaptativos y constructivos en otros.

El Psicoanálisis, a través de sus diferentes formatos técnicos, puede ofrecer un abanico de posibilidades terapéuticas que van desde ayudar a contener y elaborar la angustia, hasta propiciar el desarrollo de maneras de reaccionar más constructiva frente a ella, aumentar la capacidad de luchar contra la adversidad y la creatividad de la persona.

Alejandro GuiterImagen

EL JUEGO; UN ESCENARIO PRIVILEGIADO NO SÓLO PARA LOS NIÑOS

El juego es uno de los lenguajes preferente de los niños para dar forma a sus fantasías y modular las angustias que están ligadas a ellas. Esta actividad,  transcurre en un escenario que ocupa un espacio y un tiempo mental, en el que los niños se sienten actores, autores y directores de un guión mediante el mismo, pueden vincular en el teatro de su mundo interno la fantasía con la realidad de las experiencias externas y, de este modo, procesar e integrar con placer aquellos episodios de su vida cotidiana, los que tienen dificultades para comprender y asir la realidad en la que viven y  exploran. De esta forma, logran transformarla y consolidarla según la arquitectura de sus propias emociones.

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¿Qué es jugar? ¿Qué tienen en común el juego del bebé cuando arro­ja repetidamente un carrete con el echar los dados, el ajedrez y la montaña rusa, las carreras de velocidad y el disfraz, el casino …?, Es difícil imaginar un término más amplio, entre juego de acción y juego con palabras, y cuando los mundos virtuales efectivamente practicables actualmente por niños y adolescentes multiplican aquellas formas clásicas de jugar, que nuestros ancestros diferenciaban nítidamente.

Desde los jugueteos de bebé hasta el jugarse la vida por alguna causa, existe una amplia gama de actividades en nuestra realidad de adultos que son muy novedosas, y muy útiles, y en la que buena parte de nuestro tiempo en la vida cotidiana las empleamos de una manera “natural” como en la más tierna infancia, haciendo frente y recreando la compleja realidad del mundo.

Alicia Monserrat